Allá por los años 20 o 30, si mal no recuerdo, yo estaba en Berlín tratando de ejercer mi profesión. Una agencia me había encargado un par de trabajos, había bastante dinero de por medio. Lo hice lo mejor que pude ya que era una buena oportunidad para establecerme.
Presenté un par de ideas que fueron rechazadas por el director artístico casi sin mirarlas. Se trataba de un individuo pequeño que lucía un ridículo bigotito bajo la nariz y que te miraba fijo, sin pestañear. Me habían dicho que era un gran acuarelista, un tipo hipersensible, pero a mi se me heló la sangre.
Practicamente huí del lugar, me despedí de mi desconsolada Frieda, y al otro día abandoné Berlin.
2 comentarios:
Que anécdotas Carlos...uno pensaría que un grande como ud no ha vivido este tipo de situaciones pero tal parece que todos los ilustradores del mundo lo experimentan.
Un abrazo.
Sr. Nine: gracias por compartir sus
dibujos. Ahora me parece que confundió las fechas porque en 1920
ud. no había nacido.
Mercedes.
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